Durante siglos la mujer ocupó un lugar de silencio, de olvido. Relegada siempre a un segundo plano en el que sus palabras casi no contaban, o donde sus derechos no existían.
Las necesidades de la mujer se mantenían restringidas a la esfera privada
y el mundo permanecía mudo ante tal injusticia.
La mujer pasó del solitario ámbito privado,
en el que no contaba, a un mundo público que comenzó
a regañadientes a escucharla. |